Crónica_Se cierran las puertas
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Crónica: Se cierran las puertas

Por Jorge Salas

CANCÚN, QRoo.- Desde el pasado lunes 16 de marzo se cerraron las puertas de la Universidad Anáhuac Cancún y de muchas otras escuelas del municipio de Benito Juárez, Quintana Roo. En lo que parecía un simple día de asueto, pero en el que todos estábamos al pendiente de lo que sucedería a raíz de la crisis que cruza el mundo, y que actualmente está afectando a nuestro país por la pandemia del coronavirus

Alrededor del mediodía comenzó a circular un comunicado por todas las redes oficiales de la Universidad Anáhuac Cancún, en el que se le informaba a la comunidad que como medida adicional de prevención para salvaguardar mejor la salud y la seguridad de todos los miembros de la comunidad, las clases presenciales se cancelaban, algo que ya era esperado por la mayoría de la comunidad, pero lo que no se comentaba era que la universidad migraría a la modalidad virtual, a partir del miércoles 18 de marzo. 

 

Después de un martes aparentemente tranquilo, pero sorprendidos por los constantes mensajes de los profesores, quienes amablemente explicaban la manera de trabajar, adaptándose a las condiciones que lo ameritan, se pasa una noche tranquila y se llega al tan esperado miércoles 18 de marzo. 

Me despierto relajado a las 10:30 am, al saber que no tendré que correr para tomar el autobús y poder llegar temprano a la escuela, pero comienzo a preocuparme al poco tiempo, al saber que tendré que exponer online, una habilidad que no poseo debido a que nunca lo he hecho. Llega la hora de mi clase: 11:30 am en punto y me dispongo a conectarme, no me presenta dificultad alguna el entrar en la sesión, pero me resulta muy extraño el mirar a todos mis compañeros en sus casas y no en el salón de clase como habitualmente convivimos. 

Con el miedo que me imponía la computadora hice mi presentación, aparentemente todo salió muy bien, se termina la clase y ahora el cambio de plataforma para conectarme a otra clase, algo que era complicado y tedioso, pero ahora se ha vuelto algo ordinario. Se terminan las clases a las 2:30 pm como solía ser, bajo las escaleras y tengo la satisfacción de poder comer en la mesa del comedor, junto con toda mi familia, la rica comida calientita que preparo mi mamá, algo que no podía hacer desde hace tiempo. 

Miramos el noticiero mientras comíamos y nos dimos cuenta que no todo es felicidad, y que los únicos que podemos cuidarnos somos nosotros mismos permaneciendo en nuestra casa ante la falta de acciones de nuestro Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien asegura que su escudo contra el Coronavirus es su gobierno anti corrupción (al parecer no conoce otra palabra). 

Continúo mi vida con normalidad dentro de casa y llegando la hora me voy a dormir, no sin antes ver el noticiero nocturno para darme cuenta que las cifras de infectados suben en todo el país y convencerme de que mi universidad tomó una acertada decisión. 

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La rutina continúa. Al otro día me levanto temprano para tomar la clase a la misma hora que de costumbre: 7:00 am, solo que ahora con la puerta cerrada, tanto de mi cuarto, como la de mi casa y también la de la escuela.

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